Las ecorregiones mediterráneas presentan una rica diversidad de flora y fauna, y para comprender estos complejos sistemas es clave el papel que desempeñan determinadas especies en su funcionamiento. El ciervo ibérico (también conocido como gamo o Cervus elaphus hispanicus) es un herbívoro común en esta parte del mundo y ejerce una influencia significativa en los ecosistemas en los que vive. En este artículo hablaremos de esta especie, sus características y su relación con los biomas mediterráneos.

Características básicas del gamo

El ciervo ibérico es una subespecie del ciervo común que habita en las regiones mediterráneas desde la Península Ibérica hasta el Algarve portugués. El animal se considera la única especie de ciervo de estas regiones. Los machos alcanzan una talla media de 1,70 metros de longitud, mientras que las hembras suelen medir unos 1,60 metros. Ambos sexos presentan un pelaje castaño rojizo, marcado por una mancha blanca en las nalgas, y unos largos cuernos que crecen y se regeneran cada año. La dieta del animal consiste principalmente en hierbas, hojas y brotes, aunque en periodos de escasez de alimentos también puede alimentarse de una amplia variedad de otros elementos.

El papel del gamo en los ecosistemas mediterráneos

El gamo desempeña un papel clave en el funcionamiento ecológico de las ecorregiones mediterráneas, en particular en el control de las poblaciones de herbívoros y en la distribución y abundancia de las especies vegetales. Se sabe que esta especie restringe la expansión de determinadas poblaciones vegetales y contribuye a mantener la diversidad dentro de sus hábitats, controlando a otros herbívoros. Generalmente evitan las zonas de bosque denso y prefieren las áreas abiertas, como los pastizales y los campos agrícolas. Esta característica ha llevado a su explotación en este tipo de espacios desde la antigüedad, aunque esta práctica se detuvo en España a finales del siglo XVIII tras la disminución significativa de las poblaciones.

Conservación del gamo y su hábitat

El ciervo ibérico se ha beneficiado de las medidas de conservación aplicadas en las ecorregiones mediterráneas, así como del establecimiento de reservas y parques nacionales donde puede vivir sin perturbaciones humanas. Muchas de estas zonas también proporcionan protección al hábitat natural de esta especie y pretenden garantizar la conservación de la biodiversidad local. Además, el establecimiento de reservas cinegéticas ha sido una importante fuente de ingresos para las comunidades locales de las regiones en las que han aumentado las poblaciones de ciervo ibérico. Aun así, se siguen desarrollando esfuerzos para mitigar los impactos negativos de la especie en los ecosistemas locales.

Conclusión

El ciervo ibérico ha sido parte esencial de los biomas mediterráneos durante miles de años. La presencia de esta especie ha permitido identificar actividades humanas que ayudan a mantener e incluso a veces a mejorar el bienestar y la diversidad de los paisajes. Es importante seguir fomentando la conservación de esta especie y su hábitat, y seguir estudiando y comprendiendo las funciones que desempeña en las ecorregiones de la región.